El pasado día 10 de febrero, dos satélites artificiales chocaron en órbita, creando una nube de basura espacial que podría poner en peligro otros satélites y misiones tripuladas, como la de la reparación del Telescopio Espacial Hubble. Se trata del primer accidente espacial entre dos satélites. La colisión ocurrió a 776 km de altura sobre Siberia.
Según datos del US Strategic Command, a día de hoy se han catalogado más de 400 fragmentos diferentes. Los trozos del satélite Kosmos se han dispersado más que los del Iridium, que van desde los 250 km a los 1700 km; mientras que los del Iridium van de los 520 a los 1100 km. Por tanto, los fragmentos ya han descendido al nivel que orbita la Estación Espacial (350 km).
La colisión
El choque entre los satélites Iridium 33 y Kosmos 2251 es, además de una gran carambola orbital, un asunto muy grave. Al haber tenido lugar en una órbita alta (790 km), esto implica que los fragmentos no reentrarán en la atmósfera terrestre inmediatamente, sino que podrían permanecer años en el espacio amenazando a miles de satélites en órbita baja, la Estación Espacial Internacional incluida. Además, puesto que se trataba de satélites con órbitas polares, las trayectorias de los pedazos pueden interceptar potencialmente un mayor número de órbitas de otros satélites.
El Iridium estaba en activo y tenía una masa de 690 kg, mientras que el Kosmos 2251 (Strelá 2M), fuera de servicio, pesaba 900 kg. La velocidad relativa de la colisión fue de 11 km/s.
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